El cadáver de Paul Ludwing, un alemán de 69 años, quedó atado, colgando de ese árbol sin que nadie lo viera durante casi tres décadas. Su idea final casi había sido perfecta: “No me busquen, porque no me van a encontrar”, había escrito en la nota antes de partir.

Al inspeccionar el lugar, los efectivos policiales bajaron el esqueleto, aún atado a 12 metros de altura. Luego, fue reconocido por la familia, que en todo este tiempo no supo del fallecimiento de Ludwing, y quedaron sorprendidos no sólo por eso, sino porque el hombre había logradortrepar al árbol pese a tener una prótesis de cadera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario