El caso es que al principio piensas que no es tan grande, que podrá coexistir con tus cosas. Hasta que un día empiezas a notar que te faltan yogures, que esa tripita de salchichón que tenías reservada desde hace tiempo ya no está...
Intentas dejar el tiempo correr, tirar de olvidar..... pero un día te decides y buscas en tu caja de herramientas un martillo y un destornillador para acabar con esto de una vez por todas.
Empiezas a picar y sabes que tienes mucho por hacer, que no será tarea facil quitar algo que coexiste con el frigorífico desde hace tanto tiempo. Sacudes el martillo sin piedad hasta que en un desliz das un golpe poco certero realizando un susodicho piquete. Comienza a sonar un silbido y una nube blanca de gas sale disparada del fondo del frigorífico hacia tu persona que, estupefacta e indefensa, se encuentra apostada frente a él en cuclillas y con sendas herramientas en las manos.
Destruimos a Aisberg, pero mucho se perdió en la batalla.
Diario de a bordo de la Misión Aisberg
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