¿Quién no ha hecho una barbaridad por una tontería de apuesta?. El caso que nos ocupa es más trivial, pero muy adecuado para hoy: Vamos paseando por el campo con unos amigos y encontramos un mojón enorme.
Entonces la mente zafia empieza a funcionar conjuntamente, y surge la dulce mezcla entre estupidez y diversión (a partes iguales) que tanto me gusta. Vean:
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